Del lado de la ventana siempre

Me considero un amante de poder ver cómo pasa el tiempo, siempre del lado de la ventana, del ver nacer y morir una hoja. Del cambio de las estaciones en las ciudades.

A muchas personas les aterra verse al espejo y ver transcurrir todo ese tiempo.

Siempre del lado de la ventana

Supongo que por eso muchos cirujanos plásticos son tan endemoniadamente ricos, y aquellos que no lo son, se hacen pasar por algunos.

Cuando voy en un avión, siempre he preferido del lado de la ventana. Dudo que se un trauma de la infancia.

A pesar de que mis papás siempre me cedían ese del lado de la ventana, también es cierto que mis hermanas me consentían mucho y también dejaban que yo estuviera en el extremo.

del lado de la ventana

Cambiando las vistas

Lo cierto es qué cuando voy sentado del lado de la ventana, veo como pasa el tiempo. Veo los cambios de luces, de nubes, e inclusive de paisajes. Es maravilloso ver cómo un lago se aleja ante tus ojos, y cómo nace una montaña.

Algo contrario me pasa en el pasillo. Me desespera voltear y ver siempre lo mismo.

Es maravilloso ver gente dormida, pero al pasar los minutos, siempre ver la misma gente dormida desespera, y más cuando no puedes dormirte.

Maldita maldición, siempre esperando ver pasar los minutos del lado de la ventana, y siempre ver que los segundos corren detrás… Analogía extraña del consejo de Alicia.

Pamela siempre dice que el pasillo te da la libertad de la decisión No es que no esté cómoda del lado de la ventana, pero…

“Es tan maravilloso no pedir permiso para poder caminar, ir al baño, agarrar algo o simplemente estirarte”.

No es cambiar el tiempo por la libertad

Como contradecirla. Es cambiar un hecho por el otro.

Y no, no es cambiar el tiempo por la libertad, porque el tiempo siempre es libertad, más bien yo pondría la analogía como el cambiar las vistas por la comodidad.

El estar durmiendo en una casa de campaña, con una vista increíble a orilla de un hermosos lago, no siempre es cómodo, pero siempre es placentero.

Por otro lado, dormir en una cama King, con sábanas egipcias, una colcha de pluma de ganso, encerrado en una recámara con no más de 4 paredes podrá ser muy cómodo, pero jamás será una experiencia placentera.

Lo sé, tal vez exagero en los ejemplos, pero así lo veo, mis vistas jamás las cambiaría por una comodidad.

Muchas personas critican por preferir un hostal, antes que un resort de 5 estrellas con todo incluido.

Curiosamente tú nunca te pierdes.

Te pierdes todo alrededor, y es como estar en una grandiosa cama King Size.

Donde te pueden traer lo que tú desees, pero encerrado en 4 paredes.

Amo la sensación de perderme

Amo esa sensación de perderme en una ciudad, en un pueblo o en un bosque, sin saber qué puedo encontrarme.

Sabiendo internamente que por más perdido que esté, siempre sabré cómo llegar al final del camino.

Ocupo mucho los puntos suspensivos, siempre dejan una incógnita del tiempo que pasa. No sabes si es un minuto, si es una hora o si es una eternidad.

Tal vez por eso prefiero la ventana, cuando entra un halo de luz y me sorprende el cambio de visibilidad.

Me hace darme cuenta que el tiempo pasa, y que para nada es un desperdicio.

Tan solo correr los minutos es un elogio al tiempo, un elogio a la vida y un elogio a la eternidad.

Y platíquenme. ¿Alguno ya ha tenido la oportunidad de visitar este mítico lugar? ¿Ya sabías de la historia de las torii? Platícame en los comentarios, o envíame tus dudas a la página de contacto o a raul@placeresdelavida.com.

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