Viajar se convierte en un estilo de vida

Sin duda me he dado cuenta cada vez que pasan los días que viajar se convierte en un estilo de vida.

En estos días he estado muy contento porque voy planeado mis viajes del próximo año. Y puedo decir que nada me llena más de felicidad que eso.

Viajar me hace soñar. Me hace aterrizar una vida que me encanta. Pocas cosas me causan tanto gusto como llegar a un aeropuerto. O poner las maletas en el carro y emprender ese camino.

Lo único cierto, es qué cada vez que viajar se convierte en un estilo de vida. Un modo de vivir que no quiero dejarlo. Tanto he luchado por seguir y dicho sueño se ha estado cristalizando de un modo excepcional.

Por primera vez ese estilo de vida me ha rendido frutos. Y voy paso a paso encontrando ese modelo de disfrutar plenamente la vida.

Viajar se convierte en un estilo de vida

Al venir de una familia viajera, es común que uno agarre dicho hábito. Pero poder viajar de la forma que sea, del modo más austero posible, es gratificante. Cuando conoces nuevos pueblos, nuevas ciudades, nuevas personas, encuentras costumbres que desconocías, y al viajar sin prisa, paso a paso, adoptas esas costumbres como propias.

El comer con gente del lugar. El caminar o tomar un transporte público te hace conocer ese modo de vivir. Esa forma de pensar y la posición en que uno se comunica con los demás.

En sentido amplio de la vida, viajar se convierte en un estilo de vida. Un estilo que te hace ser rico, aún sin tener dinero para nada más.

El viajar te vuelve conocedor. Hace que te fijes mucho en todas las cosas. Procuras guardar todo en tu mente, y no dejas de crecer.

Cuantos de nosotros no hemos dejado cosas para viajar. Para poder sentir ese olor diferente al llegar a un nuevo destino.

 


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